martes, 3 de noviembre de 2009

El tren..

Viajaba yo un día en el tren en el vagón “mirador” y venía absorta observando como en el sillón de enfrente una señora jugaba con su hijo de más o menos un año de edad.

Ella estaba recostada en el sillón del tren y su hijo yacía encima de ella. Sus rostros se hallaban frente a frente y mantenían un juego secreto que los hacía reír con muchas ganas: se platicaban, se hacían cosquillas. Jugaban a las escondidas. Y yo, descaradamente los veía, porque su juego también a mí me acariciaba.

De repente escuché una voz que me sacó del trance en que venía.


- “Le está tejiendo su “Libemor”, -dijo la voz-.

Me di la vuelta para ver quien había hablado y me encontré con una muchacha

bonita (después supe que era un Hada).


- “¡Sí!” –me dijo- “Acaso no puedes verla?.”


- “No” –le respondí atónita- “Cómo dijiste?.”


- “Dije que al niño le están tejiendo su “Libemor”” –me respondió el Hada.-


Y después de una breve pausa, añadió:


- “Ya casi está terminada”.


Como en los trenes uno siempre tiene ganas de platicar, especialmente yo, pregunté intrigada:


- “Explícame qué es eso de “Libemor”


El Hada que ya sabía que yo se lo iba a preguntar, estaba lista para revelarme un gran secreto (las hadas no se aguantan las ganas de revelar secretos) y comenzó así:

- “El Mago Supremo le dio a la humanidad un don maravilloso... Le entregó las agujas “alfaga” que son las agujas mágicas con las que se teje la “Libemor”.
Yo, la miraba y escuchaba asombrada.


- “La “Libemor -continuó el Hada-, es la capa mágica que cada madre teje a sus hijos y con la cual les confiere un enorme poder: el poder de AMAR. Cada vez que una madre acaricia a su hijo, le habla, lo atiende, lo alimenta o juega con él, vuelan las agujas “alfaga” y dan una puntada; y si el empeño no cesa o la tarea no se interrumpe, la “Libemor” cubrirá por completo al niño. Como la capa es invisible, nadie se explica porqué el niño de repente se siente tan confiado, tan seguro de sí mismo, ni porqué de buenas a primeras ya no le importa separarse de su mamá. Obviamente, -dijo el Hada con suficiencia- es el enorme poder de su “Libemor” lo que le permite actuar de esta manera, aunque no siempre es así” –añadió el hada con tristeza-.


- “Por qué?” –le pregunté.


- “Para tejer la “Libemor” de sus hijos, las madres tienen que amarlos y atenderlos con ternura y solicitud, y la tarea no debe interrumpirse hasta que la capa esté terminada. Si por alguna razón la madre y su hijo se separan antes de que esto ocurra, la capa se desteje... Se le van los hilos".


- “Y de qué son esos hilos?.” –pregunté-


- “Son hilos de energía vital, que las madres toman de su propia 'Libemor'. Ellas destejen su capa para tejer la de sus hijos, no hay forma más perfecta de amar."

- “Y si no tienen “Libemor?." –pregunté atemorizada-.


- "No deben tener hijos!" –respondió fulminante el Hada-.


- “Y si se quedan sin nada al destejer su capa?.” –volví a preguntar-


- “Eso a ellas no les importa –me respondió el Hada- Además, a ellas las abrigan las “Libemor” de sus hijos y de las personas que aman".


- “No entiendo” – dije con mirada interrogante-


- “Sí! –me dijo- Si ellas se sienten amadas podrán cumplir mejor con su tarea. Para que la “Libemor” cubra a alguien toda la vida debe tener un número exacto de puntadas, no debe quedar ni chica ni grande. Cuando se atiende a un niño de tal forma, que sobrevive sin alegría ni esperanza, las “alfaga” darán muy pocas puntadas y la capa quedará muy cortita, el niño no se sentirá protegido ni tendrá suficiente confianza a sí mismo. Eso lo hará un niño temeroso, que ocultará la mirada e incluso su propio “yo”, para ser aceptado. Y si su madre lo sobreprotege porque le tiene miedo a la soledad o porque ella misma necesita amor, entonces las “alfaga” darán demasiadas puntadas y la “Libemor” quedará demasiado grande y se le enredará entre las piernas al niño y el niño no podrá caminar solo”.

- “Y como sabe una madre cuántas puntadas dar?.”

- “No te preocupes –me dijo- cualquier madre sensata lo sabe muy bien. Un detalle importante que no te había mencionado –continuó el Hada- es que hay una clave para que las agujas tejan.”


- “Cuál es?” –me apresuré a preguntar-


- “La clave es que la madre mire siempre a sus hijos a los ojos cuando los atiende. De esa forma, los hijos miran a la madre y entonces... Las agujas “alfaga” se pondrán a trabajar!."


- “Y si no se miran a los ojos? – continué preguntando.


- “Todas las madres miran a sus hijos a los ojos, así es como se comunican entre ellos. Si esto no ocurriera, sería muy preocupante. Claro, generalmente las madres aman a sus hijos y les tejen unas “Libemor” preciosas que harán posible que sus hijos puedan amar y confiar en el amor. Si no tienen “Libemor” no podrán amar ni trascender, pues vivirán temerosos de ser ellos mismos y se pondrán máscaras para ser aceptados y simularán estar siempre bien, porque estarán enredados con los hilos de su “Libemor”, que se desteje como ya te dije antes.” –añadió el Hada muy seria.


- “Y qué pasa con los niños que no tienen mamá?.” –Me sentí curiosa.


- “Esa es una pregunta muy importante –dijo el Hada-, porque todos los seres humanos necesitan una “Libemor”; sin embargo, otra persona puede tejerle la suya a un niño si lo ama incondicionalmente, es decir, si el niño encuentra el amor que necesita. Te voy a explicar bien –dijo el Hada-. Si un niño no encuentra a “alguien” en especial que le dé amor y crece rodeado de personas que lo atienden por turnos, las agujas darán puntadas pero tejerán sólo retazos, no una Libemor. Sin embargo, si el niño tiene a sus padres y a alguien más, tejiéndole la suya y además tiene abuelos, tíos o personas que lo aman, todas las puntadas de la “alfaga” van a dar a la “Libemor” que la madre está tejiendo y el resultado será una “Libemor” de lujo."


- “Y los papás que hacen?” - pensaba ahora en mi padre.


- “Cuando los papás atienden a sus hijos, también vuelan las agujas y dan unas puntadas muy vigorosas que producen unas capas muy resistentes y vistosas. Estos niños tendrán una enorme confianza en ellos mismos” –añadió el Hada.


- “Y cuando los niños crezcan? –no me cansaba de preguntar.


- “Pues... Podrán amar!. Amar no es otra cosa que quitarte tu “Libemor” y ponerla sobre los hombros de las personas que amas. Ese es el mayor don que los humanos pueden otorgar."


- “Dicen –continúo el Hada- que la persona que recibe una “Libemor” siente un enorme bienestar, que es tanta la energía que recibe, que hasta cosquillas le hace. Y también dicen, que si esa persona que tú amas coloca su “Libemor” sobre tus hombros, te hace profundamente feliz, eso se llama “reciprocidad” y no hay nada mejor en este mundo. Sin embargo, es muy importante saber que hay personas que sólo desean ser amadas, son personas encantadoras, que dicen siempre estar bien, son muy obsequiosas y dicen que siempre son felices, hasta que te despojan de tu “Libemor”. Como no tienen amor, necesitan el tuyo. Hay que entender que uno sólo tiene amor cuando lo da, no cuando lo recibe; y, que es rico en amor el que da mucho no el que recibe mucho. El problema es, que cuando consiguen tu “Libemor” buscan otra, porque le tienen un miedo enorme a la soledad y te convierten en un fantasma que ronda a esa persona tratando de recuperar tu capa. Dicen que eso es muy triste.” – expresaba el Hada.


- “Y cómo puedes saber cuando una persona sólo desea tu “Libemor”?.” – ya sentía vergüenza de tantas preguntas.


- “Es muy sencillo –respondió el Hada- porque te hacen sufrir. No les importa ser crueles, no por maldad sino por miedo; el miedo adultera su verdadera alegría de vivir y los hace una falsa persona, y por desgracia en algunas personas es el único sentimiento arraigado. El miedo lo arruina todo. Pobre gente que por miedo al futuro no goza ni un solo día de su vida!. Un día te dicen que te quieren y que tú eres lo más bueno del mundo y, al otro día, cambian su actitud. Estas personas tienen un efecto paradójico, lo sabes?. Porque te resistes a aceptar una visión tan pobre de la vida. Algunas veces estas personas tienen poder sobre ti y no pueden renunciar a ese poder porque no nace de su fuerza, sino de su debilidad... Quizás porque alguien en quien confiaron las despojó de su “Libemor”. Cuando tienes amor no haces sufrir a nadie, ni te obsesionas, ni necesitas que te necesiten.” -terminó diciendo el Hada-


- "Pero no lo hacen a propósito?." – Otra pregunta más.


- “No –me dijo compasiva- lo que sucede es que no han aprendido a amar. Los Mandamientos dicen: "ama a tu prójimo como a ti mismo” y esto es a la vez orden y sentencia, porque sólo podemos amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, ni más ni menos. Sólo las personas que gustan de la vida y se aman a sí mismos, pueden enseñar a sus hijos lo que son el amor y la alegría. No se trata de ocultarse bajo la máscara de la virtud, sino de aprender a amar la vida. Un hombre llamado Mester Eckhart sintetizó estas ideas espléndidamente: 'Si te amas a ti mismo, amas a todos como a ti mismo. Mientras ames a otra persona menos que a ti mismo, no lograrás realmente amarte; pero, si amas a todos por igual, incluyéndote a ti, los amarás como a una sola persona. Así pues, es una persona grande y virtuosa la que amándose a sí misma, ama igualmente a todos los demás'. Si amas sin miedo, recibirás siempre amor. Es una ley universal”.


- “Pero... Podrían amarte y sin embargo, tener miedo?.”


- “No! –respondió terminante el Hada- Si un día te aman apasionadamente y al otro día amaneces llena de dudas, es que no te aman. Te explicaré: amar de verdad es confiarle plenamente tu “Libemor” a la persona amada. Sin miedo. Al confiar en ella la haces crecer, la vuelves libre y tú también quedas en libertad. Los niños que se sienten amados no reclaman amor, son libres, los adultos también”.


- “Entonces, amar verdaderamente es dar confiando en la integridad del otro” –le dije yo-.


- “Exacto! –me respondió el Hada con una sonrisa- la “Libemor” no se pone con una mano y se quita con la otra. La “Libemor” se pone con las dos manos y la gente agradecida y plena, íntegra, gracias al amor!. La devuelven a tus hombros junto con la suya, sin esperar nada a cambio”.


- “Las personas adultas pueden aprender a amar verdaderamente?” –le pregunté.


- “Sí, si pueden. Si las amas incondicionalmente aprenderán a amarse y podrán amar, pero... Hay un límite! -sentenció el Hada-, si sientes que has perdido la libertad y la integridad deberás renunciar a tus deseos. El amor propio te devolverá tu “Libemor”.


- “Y cuando alguien te ama y tú no puedes amarle?. No siempre las personas se pueden amar” – Indagué.


- “Eso no es verdad! –me respondió tajante el Hada- las personas se pueden amar toda la vida cuando no esperan nada, excepto el bienestar de las personas que aman.”


- "Y, si creyendo que amas despojas a alguien de su “Libemor” –pregunté tímidamente.


- “En esos casos hay que devolver la “Libemor” recibida, para que su dueño pueda amar a otra persona. Cuando dos personas se amaron, los hilos de sus capas “Libemor” se enredan y se hacen nudos más fuertes que el famoso nudo “Gordiano” -dijo el Hada-, estos nudos deben desatarse para que cada quien conserve su “Libemor”. No pueden romperse, sólo desatarse. Si tú deseas ser amada y te esfuerzas en conseguirlo, adquiriste un compromiso muy grande. No es sólo halagar tú vanidad. Es una responsabilidad recibir una “Libemor”... Hay que entenderlo muy bien para no dejar desnudo a nadie”.


- “Y... Cómo se desatan las “Libemor” –pregunté muy interesada.


- “Pues hablando! –me dijo el Hada- Qué no sabes que las palabras sirven para desatar nudos?. Es muy fácil, las mismas ganas que pusiste para que te amaran debes ponerlas ahora para que te dejen de amar. Sólo puede renunciar al amor el que tiene amor.
Cuando deseabas ser amada, querías ser escuchada. Ahora, ponte en el lugar de la otra persona y escúchala. Ella sólo necesita decirte cuánto te ama y sentir que te interesa saberlo, eso la hará feliz y podrá recuperar su “Libemor”... Cómo me gustaría poder amar!." –suspiró el Hada.


- “Porqué dices eso? –pregunté alarmada- Qué tú no puedes amar?”


- “No –me dijo con tristeza- solamente pueden amar las mujeres de verdad. Yo soy un Hada, mi nombre es “Angelfer, las hadas sólo concedemos favores”.


- “Concédeme a mí uno!. Yo estoy enamorada” –le confesé al Hada, una de esas hadas que le sonríen a los que creen en ellas.


- “Tú también tienes que aprender a amar –me dijo-. No hay tarea más difícil ni más importante que aprender a amar; amar sin miedo, con espontaneidad; amar con responsabilidad; amar a los demás respetando la historia de cada quien, sin emitir juicios absurdos basados en tu propia historia personal; mientras se aprende a amar se cometen errores que duelen y que lastiman, pero los errores son parte de la vida y debes tener el valor de aceptarlos y corregirlos. No importa cómo las personas empiezan a vivir, si no cómo terminan. Si vives inspirada en el amor, aprenderás por fin a amar con todo el corazón, con alegría y sin reproches”.

- “Y es posible? –pregunté- No es soñar con una utopía?.”


- “Los grandes sueñan con utopías y se esfuerzan por hacerlas realidad –me dijo- Tú no quieres creer?.”


- “Claro que quiero! –respondí- Concédeme un favor!. Muéstrame la forma de comprender a aquellos que tienen miedo; miedo a ser, miedo a amar, a expresarse en cualquier forma, aunque sea con frases elaboradas. Aquellos que temen hablar de sí mismos, porque quizás no les gusta lo que tienen que decir. Muéstrame como entender algunas conductas “humanas”, porque quizás en mi “ego” me he perdido en el camino y me cuestiono si seré tan sólo una ilusa, pero bueno... al menos sé quién soy”.


- “Sabes?. – le dije al Hada mientras ella sonreía- Ha sido bueno estar aquí y escucharte, porque ahora entiendo lo que es la “Libemor”, es la combinación de LIBERTAD y AMOR, que los humanos somos capaces de generar en nosotros mismo, nadie más nos lo da. Ahora entiendo que cuando alguien habla del dolor o la tristeza que hay en alguien más, está hablando de sí mismo. Cuando alguien habla de su estado permanente de felicidad, es porque quiere convencerse a sí mismo de que es feliz. Cuando alguien cuestiona la paz de otra persona, es porque se cuestiona su propia paz. Ahora entiendo que las utopías serán verdad si las quiero creer, fui siempre una necia que creyó en todo, será acaso... Porque creo en mí misma?..... mmmmm".


- “Tengo que irme –me dijo el Hada mientras me miraba con ternura- recuerda que algunas personas sólo quieren tomar tu “Libemor”, pero se guardarán la de ellos o te la darán a medias, podrás entenderlos cuando pienses que quizás tienen miedo".


Diciendo esto, el Hada se esfumó frente a mis ojos, en ese momento recordé que era el momento para escribir el final del cuento...

1 comentario:

Gabiprog dijo...

Y en aquel tren, como en otros muchos sitios, se apreció que lo importante era el viaje y no el destino. Prestemos atención siempre a los susurros de un hada!