jueves, 2 de abril de 2009

RAREZAS


Él siempre recibió llamadas de la presidenta del edificio, francamente la odiaba. Cada noche en que invitaba a sus amigos a beber unos tragos y a alguien se le ocurría ponerse a cantar, -normalmente a él mismo -recibía una llamada o una amonestación de esta mujer a la que nunca había visto.

Al parecer fue para el día de la despedida de Max, en que todo el mundo llenó su departamento. Las cosas se excedieron a tal grado que la presidenta del edificio lo llamó a las diez de la madrugada -es madrugada a esa hora el domingo -y lo conminó a firmar por escrito un compromiso con la administración y debía hacerlo en ese mismo instante. Él salió decidido a aclarar las cosas, después de todo él es un abogado y no iba a ser la presidenta del un edificio quien le dijera cómo pasar sus fines de semana y, además no era para tanto...

Este viernes estoy invitado a la boda de ellos dos. El reunió a su antigua banda y ella será la solista... al menos por esa noche, ambos cantarán hasta la madrugada.

1 comentario:

Duncan de Gross dijo...

Uff, que pasada de historia, las vueltas que puede dar una Comunidad de Vecinos...